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cisco Antonio Lorenzana, (1) en cuya obra se encuentra copiada la matrícula de tributos del Cód. de Mendoza: en breves palabras diremos, las láminas son infieles, las interpretaciones infelices.

En nuestros tiempos, quien se ha llevado la palma en los estudios arqueológicos é interpretacion de los jeroglíficos, es sin disputa el Sr. D. José Fernando Ramírez; de juicio recto y profundo, versado en el conocimiento de los idiomas indígenas, con una de las mejores bibliotecas que de México se haya reunido, sus obras dan clara luz acerca de ciertos puntos, siendo sus conclusiones muy dignas de seguirse y aplicarse. En materia de descifracion, avanzó muy más que ninguno de sus antecesores. (2) El Lic. D. Alfredo Chavero ha practicado ensayos en este ramo, (3) que sin duda no serán los últimos debidos á su laboriosidad. Cultivan este estudio mis buenos amigos los Sres. D. Gumesindo Mendoza y D. Jesus Sánchez. (Muy distinguido mexicanista, aunque mucho más versado en las cosas del siglo XVI, es el muy conocido literato D. Joaquin García Icazbalceta).

Del extranjero, ha llegado á nuestras manos como notable, el trabajo de Mr. J. M. A. Aubin, intitulado: "Mémoire sur la peinture didactique et l'ecriture figurative des anciens mexicains;" (4) contiene curiosas observaciones, algunas apreciaciones felices, y hace honra á su autor. Brasseur de Borbourg le copia tan sólo. Tales son los elementos reunidos: si hemos sabido aprovecharlos, para hacerlos al mismo tiempo progresar, júzguelo el lector. No es trabajo acabado, mucho ménos definitivo; pero, si no nos engañamos, es un paso más hácia ese fin desconocido que vamos persiguiendo.

(1) Hist. de Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador, &c. México, 1770.

(2) Notas y esclarecimientos: Descripcion de cuatro láminas monumentales, en la conquista por Prescott, tom. II. Los dos cuadros histórico-jeroglíficos, en el Atlas de García Cubas. Antigüedades mexicanas conservadas en el Museo Nacional, ana lámina y texto explicativo, &c.

(3) Piedra llamada del calendario, lápida conmemorativa. (4) Revue Américaine, et. Orientale. Paris.

CAPÍTULO II.

Escritura geroglífica.— Tradicion.--Origen de la escritura.-Caracteres mímicos ó figurativos.-Simbólicos 6 trópicos.-Ideográficos.-Fonéticos.-Reglas gramaticales del mexicano.-Las proposiciones.-El tzin reverencial.—Composicion de las palabras.-Valor fónico de los caracteres.-Singular y plural.-Género.-Deri

vados.

EN

·N la infancia de los pueblos, cuando comienzan á recorrer el camino de la civilizacion y carecen de medios adecuados para perpetuar las cosas que más les importan, encargan á la memoria ciertas relaciones, conteniendo, ya la procedencia de la tribu y las hazañas rematadas por sus hombres distinguidos, ya las reglas de conducta establecidas por los legisladores: ora el principio de los dioses con las enseñanzas ó los beneficios de ellos recibidos; bien los resultados de la experiencia aplicados á sus artes nacientes. Esas relaciones se impregnan, digámoslo así, del carácter del pueblo que las compone; y sea que se presenten como el esfuerzo de una poesía, más ó ménos artificiosa, ó como la simple expresion de un recuerdo, más ó ménos claro, lo cierto es que, esas leyendas encierran el saber alcanzado por los hombres entendidos de la tribu, forman el tesoro de las doctrinas y de las creencias adoptadas por la comunidad, son la suma de sus nociones históricas. En determinadas ocasiones públicas ó religiosas, en el seno de la familia y al amor del hogar, los sabidores de las relaciones las repiten al concurso, cautivando

la imaginacion y excitando el ingenio de aquellas gentes sencillas: y á fuerza de oírlas se graban en la memoria de los oyentes, pasan sucesivamente de padres á hijos, quedando establecida la tradicion.

A medida que transcurre el tiempo y el pueblo se civiliza, las relaciones tradicionales se hacen más largas y artificiosas; un solo hombre es incapaz de abarcarlas todas en la memoria, siendo indispensable subdividirlas en grupos ó ramos, profesado cada uno por las personas á quienes de preferencia importan. La tradicion oral presenta graves inconvenientes: de la mejor buena fe, ahora ó mañana, cada repetidor olvida un pormenor, altera un nombre, suprime una fecha, cambia una palabra ó una frase mudando el sentido primitivo: los sucesos recientes, por más importantes, se retienen con gran cantidad de pormenores; mas á medida que de la actual época se alejan, se descoloran y descarnan, se condensan, se reducen á breves enunciados, llegando finalmente á una embrollada oscuridad, desfigurados y divididos por lagunas que los privan de una razonable ilacion. Los poetas se.apoderan de las leyendas heróicas y los sacerdotes de las relaciones místicas: por admiracion y por respeto, cuando no intervenga alguna causa bastarda, poetas y sacerdotes trasforman aquellas composiciones cándidas y áun verídicas en otras místicas, alegóricas, impenetrables, con su cortejo de hechos sobrenaturales y de estupendos prodigios. Así se pervierte la tradicion, y á través de los siglos las cosas más auténticas toman las formas de lo maravilloso y lo fantástico.

Ya más adelantada la nacion reconoce los inconvenientes de este sistema trunco é imperfecto; pulsa las dificultades, ya de formar, ya de consultar los archivos ambulantes de los hombres instruidos; y para no perder nada de sus recuerdos, concibe la idea de fijar el cúmulo de los conocimientos adquiridos, de una manera permanente, clara, al alcance de la multitud. Los primeros ensayos de este género fueron los orígenes de la escritura; de ese arte maravilloso que pone patente á los ojos lo que pasa en el entendimiento.

La idea primera que debió presentarse para consignar un hecho, fué sin duda la de reproducirle, de copiarle sobre una materia fácil de transportar, ó sobre un objeto duro que por su naturaleza pudiera resistir á las injurias del tiempo y de los hom

bres: la pintura y la escultura debieron ser, sin lo que tienen de artístico, los orígenes de la escritura.-"El primer medio que ha debido ocurrir á la mente, dice el Sr. D. José Fernando Ramírez, es la pintura del hecho que se quería perpetuar, reproduciéndose en el lienzo ó en el papel con todos sus pormenores. Así es, que si se trataba de conservar el recuerdo de la destruccion de un pueblo por la guerra, se pintarían hombres peleando, mujeres y niños pasados á cuchillo, y casas incendiadas.

"Como un tal medio de historiar era sumamente lento y labo rioso, se pensó en simplificarlo; mas ésto no debió hacerse de una vez, sino que el pintor comenzaría por omitir algunos rasgos hasta llegar á la total supresion de las figuras de detalle. Por consiguiente, el hecho que nos sirve de ejemplo, se representaría entónces con la imágen de un guerrero que tiene asido á otro por los cabellos, á la manera de los que se ven en los relieves de la piedra llamada de los sacrificios; ó tambien colocando aquel mismo guerrero, de pié y armado sobre el jeroglífico que representara el asiento de la tribu sometida.

"En la vida de los pueblos medio civilizados, la guerra y las conquistas son los sucesos más importantes y dignos de recuerdo; de aquí es, que cuando aquellas se multiplicaban dentro de un breve período, el trabajo del historiador crecía en la misma proporcion sin utilidad y sin interes. Pensóse entonces en una nueva simplificacion, y ésta se hizo como se ve repetidamente en los anales aztecas, pintando la efigie de un guerrero y de un escudo de armas en el centro de varios signos simbólicos que representan el nombre y número de otros tantos pueblos. El todo significaba que aquel guerrero los había subyugado por fuerza de armas." (1)

Las observaciones del Sr. Ramírez son exactas. La representacion minuciosa del acontecimiento debió ser el primer esfuerzo de la mente para darle perpetuidad; siguióse el compendiar la pintura suprimiendo cuanto fuera supérfluo, sin perder por ello la semejanza apetecida; paso tras paso se fué simplificando el dibujo, hasta dejarle únicamente lo indispensable para responder á la idea que se pretendía reproducir. Fácilmente se advierte que el procedimiento, para llegar del primero al último

(1) Notas y aclaraciones, Prescott, tom. II, Apéndice, pág. 13-14.

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término, hubo de costar repetidos esfuerzos al entendimiento, en períodos de tiempo indeterminados; y que, dar algunos pasos adelante, era labor de trabajos lentos y dificultosos.

La transformacion sufrida por el cuadro en conjunto, la sufría igualmente cada uno de los objetos elementales. Un árbol, por ejemplo, estaría copiado con todos sus pormenores en las pinturas primitivas, á la manera en que le representa un paisajista en nuestros dias: cansados los pintores de perder el tiempo en tanta minuciosidad, fueron compendiando el contorno hasta dejarle en una forma fácil, sin que por ello dejara el árbol de ser reconocible, llegando así sucesivamente hasta que los trazos correspondieron más á una figura convencional que al retrato del árbol mismo. Cada objeto á su turno, al alcanzar su última trasformacion, cambió de valor para los pintores; semejantes dibujos no formaban necesariamente parte de un cuadro determinado, del cual no pudieran estar separados; se tornaron componentes, con valor propio cada uno, aplicados á distintas combinaciones; de simples representaciones pasaron á ser caracteres fijos, elementos de la escritura.

Ya como elementos gráficos recibieron aún modificaciones, especie de abreviaturas como las admitidas en nuestra escritura fonética. La más aparente es la que admite la cabeza sola de un sér en representacion del sér mismo; así un hombre, un cuadrúpedo, una ave, van expresados por la cabeza de cada uno respectivamente.

Los pueblos inventores de la escritura de México siguieron sin duda el camino que acabamos de indicar, ó más bien, les hemos trazado su itinerario por los puntos que les hemos visto recorrer. La escritura nahoa ofrece una cantidad muy considerable de signos, copia de los objetos naturales ó artificiales, los cuales indican el estado incipiente del arte de escribir, corresponden á los orígenes de la escritura, forman el medio más imperfecto de perpetuar los sucesos.

I. Esta primera serie de signos ó caracteres recibió el nombre de mimicos ó figurativos. Les han llamado tambien kiriológicos ó figurativos porque expresan la palabra con la pintura de la cosa misma. Bescherelle define la voz kiriologique: "Peinture des idées par les seules images des objets visibles." Deriva la palabra de las griegas kirios, propio, y logos, lenguaje. Representan simplemen

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