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tres mil pesos como compensacion de sus servicios. Al fijar esta suma se tuvo presente la posibilidad de pagarla, mas bien que la importancia y el valor real de dichos servicios.

Luego que el Sr. Romero llegó á Washington procuró ver á Mr. Caleb Cushing, á fin de cumplir las instrucciones que llevaba.

El 17 de Junio consiguió estar con él, y lo encontró un poco prevenido por los trabajos del general Sturm y otros en contra de México. Entrando en materia, lo satisfizo pronto de lo infundado de las quejas de los especuladores y del poco motivo que tenian para manifestarse disgustados.

Mr. Cushing le dijo: que con frecuencia le pedian su opinion respecto de reclamaciones contra México; que si el Gobierno de la República lo empleaba como abogado, no serviria á ningun otro, pero que si no era empleado por él, se consideraria por supuesto en libertad para servir á quien le ocupara: que estaba decidido á desistir del interes que habia tomado en varias de las compañías formadas para obtener concesiones de México, á fin de quedar en plena libertad para servir de abogado á México ó á los reclamantes contra la República. En respuesta á estas indicaciones, le dijo el Sr. Romero: que creia que si el Gobierno de México necesitaba de un abogado en aquella ciudad, él seria elegido de preferencia á cualquiera otro; pero que no tenia autorizacion para ocuparle con ese carácter: que para poder informar al Gobierno de su buena disposicion y facilitarle los datos necesarios para decidir lo conveniente, le suplicaba le dijera qué cantidad anual consideraria compensacion suficiente por sus trabajos como abogado de México. Contestó Mr. Cushing que meditaria sobre esto y daria una respuesta definitiva cuanto ántes.

En seguida manifestó el Sr. Romero que léjos de haberse olvidado de las personas que habian servido á México en una época de prueba, como se propalaba en esos momentos, habia tenido cuidado especial, desde su llegada á México, de informar al Gobierno de los méritos y servicios de cada una para que fueran debidamente recompensadas. Que contrayéndose á Mr. Cushing, el Presidente habia creido conveniente que se le diera alguna cantidad como indemnizacion de los trabajos prestados á México, y que al fijarla se tuvo presente no la importancia y el valor intrínseco de sus servicios, sino la posibilidad de pagarla; que por lo mismo estaba autorizado para ofrecerle tres mil pesos, y que si aceptaba, se los mandaria desde luego. Contestó sin vacilar Mr. Cushing, que esa suma le parecia retribucion ámplia de sus trabajos, y que la aceptaba con gusto; el Sr. Romero se la entregó, cumpliendo así con su encargo.

CAPITULO III.

Conferencias preliminares y ajuste de la Convencion.

Al medio dia del 21 de Junio de 1868, el Sr. Romero envió á Mr. Seward una esquela, diciéndole que tenia gran deseo de verle, y suplicándole le dijera á qué hora podria recibirle. A poco le contestó Mr. Seward, citándole para el 22 á la una del dia en el Departamento de Estado. A la hora

designada ocurrió á su despacho, en donde fué recibido desde luego y de una manera muy cordial por el Secretario de Estado.

Comenzó por referirle la historia de lo ocurrido con Sturm, le informó de la manera con que fué empleado por Carvajal, de los motivos que tuvo para retenerlo al servicio de México, de las instrucciones que le dió para su manejo, de la presentacion de sus cuentas, de su ida á México, del arreglo, tal vez demasiado liberal, que hizo el Supremo Gobierno con él,* de lo muy disgustado que habia vuelto á los Estados Unidos y lo mucho que estaba haciendo por perjudicar á la República. Por fortuna nuestra, Sturm era conocido de Mr. Seward de una manera desfavorable, pues en un discurso que pronunció en Nueva York, como un año ántes, censuraba duramente la política del Secretario de Estado respecto de los asuntos de México. Con referencia á este negocio, dijo Mr. Seward que habia sabido algo de lo que el general Sturm trataba de hacer, pero que esto no le inquietaba, porque no creia que tuviera la posicion que era necesaria para que sus trabajos produjesen el resultado que deseaba.

Habiendo quedado del todo tranquilizado el Sr. Romero respecto de este punto, dijo á Mr. Seward en seguida: que al volver el Gobierno á la Capital y comenzar en el ejercicio de sus fun

* En 12 de Febrero de 1868, el ministerio de Relaciones decia al de Hacienda lo siguiente: "Habiendo venido á esta ciudad el Sr. General Herman Sturm con objeto de liquidar la cuenta de lo que le debe el Gobierno de la República, por la comision que desempeñó en los Estados Unidos, de comprar y remitir armas durante la guerra contra la intervencion extranjera, se ha examinado su cuenta y se han verificado algunas conferencias para procurar un término equitativo del asunto, que ha sido arreglado, conviniendo en los puntos siguientes:

1. El pago de la cuenta de gastos erogados por el general Sturm, que suman.......

.....

2. El pago de dos libranzas, una de $1,622 53 y otra de $4.773 09, giradas las dos en 12 de Octubre de de 1860 por el Sr. Carlos Butterfield, á favor de los Sres. Kumbler y Warner para pagar una pólvora remitida al Gobierno en Veracruz, siendo el general Sturm tenedor de dichas libranzas, que con los intereses al 7 pg anual hasta el 1. de Diciembre de 1867, importan.....

$ 47,978 57

9,642 91

$ 57,621 48

3. Esos pagos considerados en papel moneda de los Estados Unidos, se reducirán al cambio de 132 pg, importando en pesos fuertes mexicanos.....

4. A esta cantidad se agregará, por los gastos que el general Sturm hizo en oro en los Estados Unidos, el saldo líquido á su favor, importante......

5. En consideracion á no haber aceptado el general Sturm la oferta que se le hizo, como indemnizacion de sus servicios, de abonarle un sueldo á razon de ($4,000 00) cuatro mil pesos anuales, desde 1. de Mayo de 1865 hasta 31 de Enero del presente año, en lugar de este abono, y atendiendo á lo que en las conferencias ha indicado, sobre sus gastos de viaje, por su venida á esta ciudad, se le abona la cantidad de ....

$ 43,652 63

856 00

3,000 00

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6. Deduciendo de esta suma lo entregado al general Sturm por la Tesorería general en esta ciudad, que

son......

$3

2,550 00

quedan líquidos á su favor cuarenta y cuatro mil novecientos cincuenta y ocho pesos sesenta y tres

centavos .....

$ 44,958 63

7. Se hará el pago total al general Sturm en tres partidas, á saber: la mitad desde luego, y la otra mitad en dos plazos, á tres y seis meses, por partes iguales. En consecuencia, deberán pagarsele desde luego: ($ 22,479 31) veintidos mil cuatrocientos setenta y nueve pesos treinta y un centavos, el 12 de Mayo de este año (11,239 65) once mil doscientos treinta y nueve pesos sesenta y cinco centavos, y el 12 de Agosto de este año los otros ($ 11,239 65 ) once mil doscientos treinta y nueve pesos sesenta y cinco centavos.

8. Las tres partidas deberán pagarse por la aduana marítima de Veracruz, en pesos fuertes de plata del cuño mexicano, con calidad de poderse exportar libres de todos derechos las tres cantidades; habiéndose convenido esta exencion de derechos, juntamente con el cambio fijo de 132 pg, por considerar mas conveniente este arreglo, que el de remitir el dinero para hacer los pagos en Nueva York, con el cambio que fuere corriente, al tiempo de verificarlos.

9. Aceptado este arreglo por el general Sturm, queda el Gobierno de la República libre de toda responsabilidad en favor de él, por el desempeño de su comision."

ciones, procurando restablecer la paz y el órden en toda la República, se habia encontrado con obstáculos que demostraban la sagacidad de sus consejos dados hacia ya mas de un año, relativamente á que México celebrara una convencion con los Estados Unidos para la liquidacion y pago de reclamaciones mútuas, para evitarse de esa manera las dificultades que en otro caso le suscitarian los reclamantes. Que apenas habia recobrado el Gobierno la posesion del país, cuando ya se le presentaban infinidad de reclamaciones, la mayor parte de ellas injustas, todas por cantidades muy exageradas, y muchas con amenazas de guerra y anexion si no eran pagadas desde luego, Que á pesar de los esfuerzos del gobierno para pagar algunas, y pagarlas liberalmente, no habia conseguido mas resultado que excitar la codicia de los reclamantes y hacerlos mas exigentes. Que mientras Mr. Seward estuviera dirigiendo las relaciones exteriores de los Estados Unidos, no habia temor de que los especuladores en reclamaciones llegasen á influir mucho en su Gobierno; pero que como no se sabia quién vendria despues de él, y los reclamantes hacian alarde de que el cambio de administracion les seria muy favorable, era consiguiente ver con alguna inquietud el futuro; por lo cual el Gobierno de México se determinaba á celebrar la convencion sobre arreglo de las reclamaciones, como el remedio mas eficaz para curar todos los males, y que estaba autorizado para ello.

Mr. Seward oyó con notable interés y satisfaccion estos informes, y dijo: que se alegraba mucho de que el Gobierno Méxicano hubiera decidido al fin celebrar la convencion: que creia que esta se debia haber hecho hacia ya un año: que no podria dar una idea exacta de lo mucho que lo habian molestado recientemente los reclamantes, instándole para que urgiera por el pago de sus reclamaciones: que habia tenido gran dificultad para quitárselos de encima: que Mr. Plumb * mismo, le habia escrito mandándole varias reclamaciones y pidiéndole instrucciones para presentarlas al gobierno de México: que Mr. Seward le habia contestado que los Estados Unidos no habian comenzado todavía á pagar la deuda que contrajeron durante la guerra civil, y que no seria razonable, por lo mismo, exigir que México lo hiciera con la suya: que no podia comprender cómo era que la República Mexicana no le habia ayudado á salir de esta difícil situacion, y que por tanto celebraba mucho que se hubiera decidido á dar á esta dificultad la mejor solucion que podia tener.

En el curso de su conversacion expresó conceptos que hicieron creer al Sr. Romero que á él tambien le habian escrito de México que se habia dado preferencia á las reclamaciones inglesas y españolas sobre las norteamericanas, y que los ciudadanos de los Estados Unidos eran vistos y tratados hasta con hostilidad. En tal virtud, se apresuró el Sr. Romero á rectificar estas dos especies, refiriendo á Mr. Seward con todos sus detalles, cuál era la política del Gobierno Mexicano sobre pago de bonos, no reclamaciones, llamados españoles é ingleses; la cantidad que se habia gastado en la compra de estos en almoneda pública y la que se habia empleado en el arreglo y pago de reclamaciones de los Estados Unidos, que era dos ó tres veces mayor. Respecto de la hostilidad contra ciudadanos de los Estados Unidos, le dijo: que por lo que hacia al Gobierno mexicano, podia asegurarle que no habia tal cosa, y que en la masa de la nacion tampoco creia que la hubiera: que á él le consideraban tan parcial para con ciudadanos de los Estados Unidos, que alguna persona de la oposicion habia dicho que para obtener algo de él era necesario hablar inglés. Mr. Seward pareció quedar del todo satisfecho con tales explicaciones, y solamente se refirió al caso de unos norteamericanos maltratados en Monterey.

Volviendo á hablar del tratado, dijo: que él preferiria que se tomara por base para celebrarlo, el concluido entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña el 8 de Febrero de 1853, que le pa recia muy razonable y equitativo: y que para que México no apareciera rebajado, se comprenderia tambien el arreglo de reclamaciones de ciudadanos mexicanos contra el Gobierno de los Estados Unidos. Mandó traer en seguida un ejemplar de aquella convencion, y leyó al Sr. Rome

* Este Sr. era entonces encargado de negocios ad interim de los Estados Unidos en México.

ro la mayor parte de ella, haciendo notar la equidad de sus estipulaciones y la conveniencia de que se adoptasen. Como el Sr. Romero todavía no habia recibido del Ministerio las instrucciones respecto de este asunto, no pudo decir de una manera definitiva qué estipulaciones podrian adoptarse y en cuáles se propondrian algunas modificaciones. Se limitó, pues, á hablarle en general de que seria necesario convenir en algunas alteraciones, como por ejemplo en la manera de hacer el pago de las reclamaciones que resultasen buenas, pues no seria fácil hacer este al contado. Mr. Seward se manifestó anuente á que se estipulara una manera de pago que se pudiese cumplir puntualmente, y en general ofreció aceptar todo lo que fuese razonable y equitativo.

No sabiendo el Sr. Romero á punto fijo cuándo le llegarian las instrucciones sobre este asunto, y considerando conveniente no volver á hablar con Mr. Seward sino despues de haberlas recibido, le dijo que le hiciera el favor de prestarle la convencion que le habia leido: que la examinaria cuidadosamente y que el viernes próximo le daria su opinion sobre cada una de sus estipulaciones. Convino Mr. Seward, y solamente le suplicó que volviera el sábado y no el viernes por ser este, dia de junta de ministros.

Mr. Seward manifestó poca disposicion para aceptar algunas de las otras indicaciones del Sr. Romero respecto de que se excluyeran de la convencion ciertos créditos espurios, manifestando que si se expresaba así claramente, los interesados trabajarian porque el Senado no aprobara la convencion. Dijo tambien que el Senado no tendria ya mas que tres ó cuatro semanas de sesiones, y que le parecia de absoluta necesidad que el tratado fuera aprobado en ese período.

El 25 del mismo Junio (1868,) recibió el Sr. Romero las instrucciones que se le enviaron respecto de la Convencion. En el mismo dia salió de Nueva York para Filadelfia, y el 26 pasó de Filadelfia á Washington. En la mañana del 27 á la hora en que Mr. Seward le habia citado, ocurrió al Departamento de Estado y fué recibido desde luego,

Le comunicó el tenor de sus instrucciones, manifestándole detenidamente cuál era el objeto que se habia tenido al proponer la clasificacion de los créditos que deberian entrar en la convencion, al excluir otros y al indicar varias restricciones contra los abusos que la experiencia nos habia enseñado se cometian en casos semejantes. Mr. Seward quedó sorprendido al oir todas las injusticias que los Gobiernos europeos habian cometido con México, y dijo: que esas naciones y el Gobierno de los Estados Unidos, hasta la administracion de Mr. Lincoln, consideraban á todos los Estados hispano-americanos como bárbaros, y no les concedian que pudiesen alegar en su favor el derecho de gentes: que él habia procurado cambiar esto por lo que hacia á los Estados Unidos, y que hasta entonces lo habia conseguido: que creia que la administracion próxima no podría adoptar otra política, y que por lo mismo no debia inquietar esto á México.

Respecto de las restricciones, dijo especialmente Mr. Seward: que si se adoptaban, crearian una oposicion tal contra la convencion, por parte de los interesados en las reclamaciones excluidas, que no seria posible hacerla pasar en el Senado: que todo se inferiria de los términos de la convencion, y seria preferible dejar la determinacion de todas las cuestiones á la Comision Mixta. En cuanto á la exclusion de las reclamaciones por actos de la intervencion ó de los reaccionarios, dijo: que preferiria que tampoco se hiciera, aunque no tendria inconveniente en que se redactara el preámbulo de manera que virtualmente quedaran excluidas: que además los Estados Unidos estaban especialmente interesados en sancionar ese principio, para que no se les hiciera á ellos responsables de los actos de los insurrectos del Sur,

Mr. Seward manifestó interes en que la convencion se firmara cuanto ántes para que pudiera ser aprobada por el Senado en el período de sesiones en que estaba, expresando el temor de que si no se aprobaba entónces, seria difícil que lo fuera en el período próximo, y habria peligro de que el negocio quedara indeciso al inaugurarse la siguiente administracion, Manifestó en lo general deseos y sentimientos equitativos y preferencia porque se adoptara, hasta donde fuera posible, el texto de la convencion entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña de 8 de Febrero de 1853.

Convinieron en que Mr. Hunter haria un proyecto de convencion que contendria las indicaciones hechas por el Sr. Romero, que fuesen aceptables para Mr. Sevard, y que el lúnes siguiente volverian á reunirse para discutirlo y firmarlo.

Al medio dia del 29 del propio mes, ocurrió el Sr. Romero al Departamento de Estado en virtud de la cita que le dió Mr. Seward para leer la Convencion entre México y los Estados Unidos sobre arreglo de reclamaciones. Estaba ya escrita en borrador; el Sr. Romero la examinó detenidamente, haciendo á Mr. Seward algunas observaciones á medida que leia sus artículos. Varias de sus indicaciones fueron adoptadas por el Secretario de Estado, quien encargó á Mr. Hunter, que estaba presente, que las incluyera en la Convencion.

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Mr. Hunter dijo que sacaria en limpio el borrador con las adiciones ó alteraciones adoptadas por Mr. Seward, y que lo mandaria al Sr. Romero luego que estuviera concluido, para que lo examinara, y, si lo encontraba correcto, hiciera la traduccion al español para que pudiera escribirse el tratado en limpio. Despues de haber permanecido el Sr. Romero hora y media con Mr. Seward, se despidió de él, quedando en que volveria á verle al dia siguiente despues de la junta de Ministros..

A las dos de la tarde del dia 30 del repetido Junio pasó el Sr. Romero al Departamento de Estado en virtud de la cita referida, y le dijo Mr. Seward: que habia sometido al Presidente en junta de Ministros la convencion, y que habia sido aprobada. Se la dió para que la examinara y la tradujera, suplicándole volviera el dia siguiente á las doce,

En la tarde misma hizo la traduccion el Sr. Romero'; pero no quedó conforme con algunos términos de la Convencion, y pensó proponer al Secretario de Estado algunas modificaciones y adiciones.

El dia 1o de Julio á la hora citada ocurrió el Sr. Romero á ver á Mr. Seward al Departamento de Estado. Tuvo con él la última conferencia sobre la convencion: le hizo presentes todas las objeciones que tenia en la forma en que estaba concebida; y le propuso las adiciones, supresiones y modificaciones que llevaba preparadas. De todas estas aceptó Mr. Seward una de importancia, y respecto de las demas dió explicaciones satisfactorias.

En esta virtud, y considerando que si la convencion no se celebraba entónces seria mas difícil concluirla despues, y sobre todo que no podia tener fuerza obligatoria si no era aprobada y ratificada por el Congreso y el Gobierno de la República, el Sr. Romero se decidió á firmarla, sin perjuicio de hacer verbalmente al Ministerio de Relaciones exteriores las explicaciones correspondientes para la mejor inteligencia de los motivos que le decidieron á tomar esta resolucion.

A la hora convenida con Mr. Seward, el dia 7 de Julio, pasó el Sr. Romero al Departamento de Estado. Aun no habia regresado aquel de la junta de Ministros, y á poco mandó decir que no volveria, por lo cual nuestro Ministro se retiró y volvió el dia siguiente. El Secretario de Estado le esperaba yá con la convencion lista: por su indicacion se le puso fecha 4 del mismo mes, por ser ese dia el aniversario de la independencia de los Estados Unidos, y la firmaron inmediatamente.

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