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brase á un europeo, y el Sr. Mariscal le dijo que le parecia de mejor efecto en México el nombramiento de un ciudadano de los Estados Unidos, pues aunque en general pudiera considerársele interesado en favor de sus paisanos ó su gobierno, tal podia ser su respetabilidad y circunstancias, que lo pusieran arriba de toda sospecha.

En un momento de distraccion seguramente, dijo Mr. Fish: "¿qué le parece á Vd. del General Fremont, que habla español y conoce algo á México?" "Me parece, contestó el Sr. Mariscal, que puede ser uno de los reclamantes, ó al ménos estar interesado en alguna reclamacion que tal vez se presente, por un contrato que hizo con el General Gonzalez Ortega.

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Mr. Fish, que no sabia ó no recordaba nada de eso, no dijo mas sobre aquella persona, y empezó á proponer á varios jurisconsultos y escritores como el profesor Wolsey, Presidente del Colegio de Yale; Dwight, del de Colombia y otros semejantes. Le dijo el Sr. Mariscal que los suponia muy íntegros y eran sin duda sabios legistas, pero que no sabia tuviesen la especialidad de conocer bien la lengua y las cosas de México, ó al ménos de los países hispano-americanos. Visto que de pronto no podian convenir, propuso el Sr. Mariscal que pensarian ambos en otras personas mas adecuadas, y que se verian al dia siguiente.

Reflexionando el Sr. Mariscal en su conferencia con Mr. Fish, se convenció de que no podia ser casual la coincidencia de las ideas del Secretario de Estado, con las de Mr. Wadsworth, y que por lo mismo, este habia obrado conforme á las instrucciones del primero. Era, pues, inevitable en caso de desacuerdo, el nombramiento por parte de los Estados Unidos del Ministro inglés, ó por lo menos de otro Ministro europeo; y era seguro que no convendrian en un hispano-americano, sino en un caso remoto que apénas podia esperarse. La alternativa era de dejar que tal vez la mitad de los casos se decidiesen por un árbitro de Europa conforme á los intereses europeos respecto á México, ó convenir en un ciudadano de los Estados Unidos, que por su independencia y altas cualidades, pudiese sobreponerse á la preocupacion en favor de sus paisanos. Entre estos dos extremos, creyó que debia decidirse á proponer algunos ciudadanos de los Estados Unidos, en union de otros hispano-americanos para el caso remoto de que los primeros no fueran admitidos, ó el muy posible de que no aceptaran. Buscando entre los americanos de ciencia jurídica y muy alta respetabilidad, quienes supieran español y conocieran algo de lo que nos caracteriza, le ocurrieron dos solamente que fuera decoroso proponer y le inspirasen confianza.

El uno era Mr. William Cullen Bryant, anciano ilustre en la literatura americana, conocedor de nuestra lengua y las costumbres españolas, no ignorando las de México; de un elevado talento y una probidad que nunca se habia puesto en duda en su dilatada carrera: habia sido amigo desinteresado y constante de nuestra República, defendiéndola en el "Evening Post" de Nueva York, durante sus dias mas aciagos. Distinguian á Mr. Bryant, como escritor, gran consecuencia en sus juiciosas opiniones republicanas, y como hombre, un espíritu de justicia tan probado, que era elogiado en los Estados Unidos generalmente como un modelo de pureza y virtud, que no era de esos tiempos, ni casi de este mundo en que se creia durase muy poco. Era casi imposible que Mr. Bryant admitiese un encargo tan penoso; pues aunque conservaba todo el vigor de sus facultades, no podria pasar á Washington ni alterar su método de vida. Sin embargo, quiso el Sr. Mariscal proponerlo por el buen efecto que esto produciria, no menos que como un homenaje de gratitud y respeto.

El segundo, á quien puso el Sr. Mariscal en una pequeña lista, fué el abogado Mr. James M. Carlisle, que por lo comun residia en Washington, gozaba de una excelente reputacion de honradez, y era abogado muy inteligente. Poseia bien el español, habia sido Cónsul de Costa-Rica y Agente de esa pequeña República ante una comision sobre reclamaciones. En todo caso los antecedentes de Mr. Carlisle lo recomendaban á los mexicanos. No le conocia personalmente el Sr. Mariscal; y como ignoraba su posicion bajo el aspecto político, pidió informes á Mr, Cushing, quien creyó la propuesta muy acertada, y confirmando el buen concepto general de que disfrutaba Mr. Carlisle, le dijo que, si bien durante la guerra de los Estados Unidos no fué considerado de opi

niones unionistas, no se comprometió para nada, y la propuesta no seria impolítica ni mal recibida por Mr. Fish.

Indicó Mr. Cushing que se propusiera tambien á un juez Campbell, honrado y muy conocedor de nuestra lengua, legislacion y costumbres, pero que sirvió á la confederacion, aunque estaba, hacia tiempo, perdonado. No pareció al Sr. Mariscal que seria político el paso, ni prudente para nuestros intereses, pues habia cuestiones sobre perjuicios sufridos en la guerra, y otras en que un confederado opinaria contra México de todos modos. Tampoco aceptó la propuesta que se le indicó del abogado Mr. Durant, porque no le conocia especiales antecedentes que lo recoméndasen. Despues de los dos americanos referidos, puso en lista al Sr. García, Ministro argentino de quien ya se habló y á quien no desechó Mr. Fish sino con alguna vacilacion; tambien puso en lista al Sr. D. Ignacio Gómez, Ministro de Nicaragua, y abogado en quien tenia plena confianza. Su objeto fué ver si acaso no aceptando (como era muy probable) Mr. Bryant, y no quedando de árbitro por falta de convenio ó de aceptacion Mr. Carlisle, como era muy posible, se veia Mr. Fish en el caso de tomar á uno de los hispano-americanos de la lista, considerando que el Sr. Mariscal habia consentido hasta en compatriotas de aquel. Parecia el negocio difícil, pero queria hacer este último esfuerzo por conseguir lo que creia mejor que todo; esto es, que el árbitro fuese hispano-americano.

El dia 6 del propio mes, volvió el Sr. Mariscal á ver á Mr. Fish, quien le preguntó chanceándose, si iba mas amable, á lo cual contestó nuestro Ministro que era tanta su amabilidad, que queria proponerle paisanos suyos. Le dió la lista, que pareció impresionar al Secretario de Estado favorablemente, y despues de dar á entender que conocia perfectamente á Mr. Carlisle, y por supuesto á Mr. Bryant, dijo: "¿está Vd. enteramente conforme con cualquiera de las personas de esta lista?" "Sí señor, contestó el Sr. Mariscal: por eso las propongo." "Entónces, añadió Mr. Fish, mañana mismo le daré á Vd. mi resolucion." Quedó nuestro Ministro en esperarla, y se despidió diciendo que insistia en el Sr. García porque le pareció que no habia sido desechado de una ma-. nera absoluta.

En la noche del siguiente dia, en que hubo la reunion somanaria del Gabinete, por lo que parece que Mr. Fish acordó la eleccion con el Presidente, recibió una nota el Sr. Mariscal en que le participaba el Secretario de Estado, que habia elegido á Mr. William Cullen Bryant. Nuestro Ministro le contestó el dia siguiente, manifestándole su conformidad y agregando que solo faltaba que se comunicase el convenio á los Comisionados: escribió inmediatamente á nuestro Cónsul General, el Sr. Navarro, que visitase á Mr. Bryant en su nombre, comunicándole su eleccion, y que esta habia sido á propuesta suya. Entretanto los dos Comisionados pusieron por escrito como suyo el nombramiento oficial del árbitro, y lo llevó á Nueva York el mismo Mr. Wadsworth. El Sr. Mariscal habia mandado indicar á Mr. Bryant, por conducto del Sr. Navarro que, si queria informes, hablase con Mr. Cushing, quien para otros negocios suyos se habia ido á Nueva York.

El Sr. Navarro, despues de haber desempeñado su comision, en telégrama del dia 11 de Enero de 1870, contestó lo siguiente al Sr. Mariscal: "Ví á Mr. Bryant; está muy agradecido, pero demasiado ocupado y no puede aceptar." Se verificó, pues, lo que tenia casi por seguro nuestro Ministro, esto es, que el electo no aceptaria. Esperó á que diese una contestacion oficial, para ver á Mr. Fish y proseguir adelante en este grave asunto.

Sin instrucciones respecto de este negocio, y puesto en las circunstancias anteriormente descritas, el Sr. Mariscal dió cuenta de todo al Gobierno de México en nota del dia 12 del citado Enero, confiando en que se le haria la justicia de reconocer que habia obrado hasta entonces, si no con acierto, al menos con el empeño y circunspeccion que el caso requeria. Añadió que la conciencia de haberse conducido de ese modo le tranquilizaba mucho, y le halagaba tambien la circunstancia de haber estado en el acuerdo mas absoluto con el Sr. Palacio, cuyo buen juicio y completa consagracion al desempeño de sus tareas, eran, á su modo de ver, una garantía de acierto.

En 28 de Enero de 1870 aprobó el Gobierno la prudente conducta del Sr. Mariscal y su em

peñoso celo por resguardar los intereses legítimos de México, deseando que con el mismo empeño hubiese podido llegar al mejor término que se proponia alcanzar en este grave asunto.

Habiendo renunciado Mr. Bryant el nombramiento que de él se hizo para tercero en discordia, como esperaba el Sr. Mariscal, pidió éste el dia 17 del repetido Enero una entrevista á Mr. Fish, que tuvo lugar el 19, y en ella manifestó nuestro Ministro al Secretario de Estado, que supuesta la no admision de la persona designada, esperaba que él se sirviera escoger otra de las de su lista. Mr. Fish le dijo que Mr. Carlisle, el otro ciudadano de los Estados Unidos que proponia, no le parecia bien, porque se habia mezclado mucho en esta clase de negocios, por lo que comprendió el Sr. Mariscal que estaba al tanto de que ese abogado tenia opiniones favorables á nuestros intereses en algun punto que pudiera cuestionarse. Agregó el Secretario de Estado que, aun cuando eso no obstara, el nombramiento de Mr. Carlisle seria mal recibido en razon de las opiniones que se le habian conocido durante la guerra. Le hizo notar nuestro Ministro, que Mr. Carlisle no habia merecido ninguna demostracion de aquel Gobierno que pudiera haber indicado su hostilidad á la Union, y que por eso lo habia propuesto. Mr. Fish replicó que eso era verdad, y que por lo mismo, no extrañaba la proposicion; pero que él estaba cierto del concepto que en política se tenia de Mr. Carlisle, y que por lo mismo no podia aceptarlo.

En seguida, y sin hablar de los dos hispano-americanos que designaba tambien nuestro Ministro, le dijo el Secretario de Estado, que por su parte proponia seis personas, y le dió una pequeña lista que contenia los nombres siguientes:

General, John M. Harlan,

Canciller, Zabriskie.

Presidente, Woolsey.

Doctor, Francis Lieber.

Profesor, Duiglot.

L. F. S. Foster.

El Sr. Mariscal contestó á Mr. Fish que no estaba preparado para calificar á esas personas, y por lo mismo necesitaba algunos dias, á fin de tomar informes y darle su resolucion. Estuvo conforme con ello el Secretario de Estado, y habló algo de esos individuos, á quienes nuestro Ministro no conocia; recomendó especialmente, por la reputacion que disfrutaban en el extranjero, al profesor Woolsey, Presidente del Colegio de Colombia, que habia escrito una obra sobre derecho de gentes, y cuyas doctrinas hizo notar que citaba Lord Clarendon en su polémica sobre depredaciones del " Alabama," y al Dr. Francis Lieber, tambien escritor y publicista muy conocido en Europa. Habló de algunos escritos de Lieber, á quien conocia muy poco de reputacion el Sr. Mariscal, refiriéndole sus antecedentes. Respecto del General Harlan, le dijo que era de Kentuky, muy respetado por su inteligencia y probidad. Del Profesor Duiglot no se ocupó porque ya habian hablado de él en otra ocasion, y en cuanto á Mr. Foster, le recordó que habia sido mucho tiempo Senador y Vice-Presidente de los Estados Unidos en época reciente, disfrutando de alta reputacion como abogado. La misma se dice que disfrutaba el Canciller Zabrieskie, de Nueva Jersey. Concluyó la entrevista, y nuestro Ministro se despidió del Secretario de Estado, ofreciendo resolverle oportunamente.

Para esto celebró el Sr. Mariscal varias conferencias con Mr. Cushing, quien creia que cualquiera de los propuestos seria bueno, inclinándose sin embargo de preferencia al Canciller Zabrieskie y á Mr. Foster, porque los reputaba como abogados mas prácticos. Conferenció igualmente con el Sr. Palacio, dándole todos los antecedentes que se habia procurado acerca de los propuestos, inclusas algunas de las obras y noticias de ellos que se encontraban en libros bien conocidos.

Los inconvenientes y peligros que encerraba el nombrar cada parte su árbitro, y la impos

bilidad de hacer aceptar á Mr. Fish ó Mr. Wasdworth á uno que no fuese europeo ó ciudadano de los Estados Unidos, así como el exámen cuidadoso de las cualidades de los propuestos, produjeron el convencimiento de que el mas aceptable para nosotros era el Dr. Lieber; porque siendo un escritor de mas nombradía en el exterior, el deseo de conservar su reputacion fuera de los Estados Unidos lo haria obrar con mas independencia; porque no tenia contacto con la administracion, ni otra aspiracion conocida que la de ser en el mundo autoridad en materia de derecho público ó de gentes; y porque siendo aleman de nacimiento y educacion, naturalizado en los Estados Unidos cuando ya era hombre formado, debia suponerse que no estaba expuesto á cegarse en pro de los ciudadanos y el Gobierno de ese país, por falta de conocimiento de la República Mexicana y de sus habitantes, ó por otros motivos de pura nacionalidad.

Habia un libro aleman muy reciente destinado á adquirir bastante reputacion, y cuya edicion francesa se acababa de publicar: "El Derecho Internacional codificado por Mr. Bluntschli.” En el prefacio escrito por Mr. Edward Laboulaye, hay una noticia del Dr. Lieber, de la cual son las frases siguientes: "Mr. Bluntschli no es el primero que haya tenido la idea de codificar el derecho internacional: pues él mismo nos dice que lo que lo indujo á emprender este delicado trabajo, es el haber leido las "Instrucciones para los ejércitos americanos en campaña, redactadas por el Dr. Lieber á peticion de Mr. Stanton, Ministro de Guerra bajo la presidencia de Mr. Lincoln. En efecto, esas instrucciones son en poco volúmen una obra maestra. No es poca cosa instalar el derecho en medio del imperio de la fuerza, reduciendo al yugo de la ley los usos y los excesos mismos de la guerra. Por lo demas, el redactor de esas instrucciones es una de las figuras mas originales entre los jurisconsultos de nuestra época. Nacido en Berlin en 1799, voluntario en el ejército de Blüchar y herido en Waterloo, el Dr. Lieber fué proscrito en 1830 por el delito de haber permanecido fiel á la libertad. Esa libertad que fué á defender á Grecia en 1822, la halló por fin en los Estados Unidos, que lo han adoptado hace mas de cuarenta años. Allí, convertido en americano de corazon, ha publicado un número considerable de escritos jurídicos, políticos y económicos, entre los cuales me bastará citar dos libros excelentes: "La Etica Polí tica," y el Tratado de "Libertad Civil y Gobierno propio" (self-Government). Agregaré para los afectos al derecho internacional un opúsculo de lo mas notable, intitulado: "Nacionalismo ó Internacionalismo:" viene á ser un fragmento suelto de un libro de mayores proporciones que hace desear la publicacion de la obra completa." A las obras del Dr. Lieber que refiere Laboulaye, debe añadirse otra citada en el Derecho Internacional de Calvo, hablando de interpretacion de los tratados: su nombre es "Hermenéutica Jurídica y Política" (Legal and Political Hermeneutic.)

La opinion del Sr. Palacio fué resueltamente que se nombrase al Dr. Lieber. Mas como entretanto los dos comisionados habian acordado entrar de nuevo en receso hasta el mes de Junio, el Sr. Mariscal queria que se suspendiera el nombramiento de tercero hasta que volviesen á reunirse, pues así habria tiempo de pensar sobre esto y aun de saber cómo pensaba el Gobierno Mexicano sobre el particular. Así lo habian acordado los dos, y estaban convenidos sobre ello el Sr. Palacio y Mr. Wadsworth, segun los informes del primero. Mas el dia 29 de Enero fué nuestro Ministro á hablar de esto á Mr. Fish, quien le aseguró que Mr. Wadsworth, al comunicarle verbalmente que la Comision iba á entrar en receso, le dijo que quedaria nombrado ántes el tercero en discordia. Le refirió tambien que, segun le habia manifestado Mr. Wadsworth, los motivos del receso eran negocios particulares tanto de él como del Sr. Palacio. El Sr, Mariscal fué á ver á este señor inmediatamente, quien le informó en cuanto al receso, que habia sido solicitado por Mr. Wadsworth, porque segun le contó tenia en Kentuky compromisos imprescindibles como abogado, y que él habia condescendido por conservar su buena armonía con el Comisionado americano.

El dia 31 del mismo mes el Sr. Palacio manifestó al Sr. Mariscal que Mr. Wadsworth habia cambiado de parecer, deseando que el nombramiento de árbitro quedase hecho en ese mismo

dia. Agregó que por su parte queria tambien se hiciera desde luego y que recayese en el Dr. Lieber. Con esta manifestacion del principal responsable en el asunto, creyendo tambien nues tro Ministro que de los propuestos el que podia ofrecer mas garantías era dicho Doctor, y no siéndole posible diferir el nombramiento cuando los Comisionados estaban resueltos á hacerlo el mismo dia, pasó á Mr. Fish una comunicacion, avisándole que quedaba aceptada la persona referida.

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Tales son los hechos de los cuales dió cuenta el Sr. Mariscal al Gobierno Mexicano en nota de 31 de Enero de 1870, y se le contestó en 8 de Marzo aprobando su conducta.

Estando en Nueva York el Sr. Mariscal, procuró ver al Dr. Lieber, y éste le manifestó: que al recibir su nombramiento habia renunciado el encargo, por temor de comprometerse en negocios cuyas circunstancias no conocia, y que habia enviado su renuncia á Washington: le dijo nuestro Ministro que lo ignoraba, pues los comisionados se habian ausentado al dia siguiente de firmar el nombramiento, y los secretarios de la Comision nada le habian comunicado sobre eso; pero que deseaba saber si su resolucion de no admitir era una cosa definitiva. Contestóle que tal vez no lo era, y que le suplicaba le diese alguna idea del carácter de las reclamaciones contra uno y otro Gobierno, su monto y el quehacer que pudiera presentársele.

Le dió una idea general del carácter mas frecuente de las reclamaciones americanas, diciéndole que eran cuando ménos exageradas en su mayor parte, y que ignoraba su monto por no estar aún todas presentadas, Respecto de las mexicanas, le habló solo de las relativas á depredaciones de los indios bárbaros, asegurándole que dependian de la interpretacion del tratado en que fué vendido el territorio de la Mesilla. Le añadió que no creia fuesen muy frecuentes los casos de disentimiento entre el Sr. Palacio y Mr. Wadsworth, Despues de escucharle dijo el Dr. Lieber que pronto pasaria al hotel donde estaba alojado nuestro Ministro, para comunicarle la resolucion definitiva que tomara.

El 21 de Febrero fué á verle, y le manifestó que retiraria su renuncia de la Secretaría de la Comision, pues estaba dispuesto á aceptar con gratitud el honorífico encargo que se le confiaba ; pero que le quedaba un escrúpulo, y era que le parecia poco decoroso que los mismos comisionados cuyas diferencias iba á cortar, le señalaran despues su remuneracion, como entendia que estaba prevenido en la Convencion respectiva, No teniendo á mano el texto de ésta, el Sr. Mariscal le dijo que en todo caso creia que los comisionados no tendrian inconveniente en obrar sobre ese punto conforme á las instrucciones que recibieran de sus correspondientes gobiernos; quienes serian los que verdaderamente hicieran la regulacion de aquellos honorarios. Se mostró satisfecho con esta observacion, y muy agradecido á que lo hubiésemos aceptado como árbitro Concluyó su visita regalando al Sr. Mariscal algunos de sus opúsculos, que llevaba consigo, y suplicándole hiciera á Mr. Fish, cuando volviera á Washington, una explicacion de lo que habia pasado entre ambos, y del motivo por qué se resolvia al fin á admitir el arbitraje.

Como nuestro Ministro no hizo ninguna instancia al Dr. Lieber, creyó que solo le habia faltado una demostracion cortés de nuestra parte para aceptar el encargo. Por lo demas, Mr. Barney y cuantas personas hablaban de él, daban una alta idea de su moralidad: en cuanto á su saber y talento, eran muy conocidos por sus obras; y además se mostraba agradecido á nosotros. por el nombramiento con que se le habia distinguido.

Los Comisionados acordaron suspender sus sesiones desde el 1.° de Febrero hasta el 1.° de Junio de 1870; pero ántes de hacerlo dictaron los acuerdos siguientes:

"1? A todos los reclamantes cuyos casos están en el registro de la Comision, se les concede una proroga hasta el 1 de Junio próximo, para que presenten al registro sus memoriales.

"2 Quedan autorizados los secretarios para recibir todas las reclamaciones presentadas á la Comision por cualquiera de los Gobiernos durante el tiempo de su receso, notando en cada caso la fecha de su recibo. Las referidas reclamaciones quedarán sujetas á las ulteriores determinaciones de los Comisionados, quienes se reservan decidir si deber prorogarse el tiempo para que se registren.

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